LUCHA CONTRA LA LEUCEMIA
Camilo Díaz:
“Lo único que me queda es esperanza”
“He vendido todo: terrenos, animalitos,
estufa, refrigerador, todo lo que tenía. Quiero ver que mi hijo Kevin, de 12 años, juegue, que goce
de su niñez porque ahora está enfermo de
leucemia.
El albañil Camilo Díaz está muy triste pero no se da por
vencido. “He vendido todo lo que tenía. Lo único que me queda es esperanza;
quiero ver que mi hijo Kevin goce de su niñez porque ahora está enfermo de
leucemia.
El hombre de 35 años derrama gruesas lagrimas mientras
abraza a Kevin, le alisa sus cabellos, pero Kevin apenas sonríe. Ha salido de
la quimioterapia y se dirige a La Estancia Fraternidad que ha sido su hogar
durante dos años y medio que lleva con la enfermedad.
Camilo no puede viajar con Kevin porque los médicos no lo
permiten y para viajar hasta su lugar de origen son 10 horas de camino a La
Merced del Potrero, Pochutla, Oaxaca. El viaje de ida y vuelta cuesta $1,500.00
pesos por cada uno. “No
tengo dinero; nada más un medicamento cuesta hasta $6,000.00 pesos”, dice con
angustia reflejada en su rostro.
“A mi hijo le detectaron leucemia a los 9 años y ahora tiene
12. Lleva en tratamiento 2 años con 4 meses, me siento muy triste. Uno se
siente desesperado porque la enfermedad es mortal, mi esposa aún no lo puede
superar, por eso ella no viene a Oaxaca con nosotros”.
Camilo Díaz cuenta que, en mayo del 2011, Kevin empezó con
mucha fiebre, le dolían los pies y no podía caminar. “Lo llevé al centro de salud, el médico
que estaba en ese momento me dio unos medicamentos, se le quitó, pero
cumpliendo el mes otra vez empezó de nuevo la fiebre y también le dieron
medicamentos y se le calmó; pero ya la tercera vez estaba pálido. El médico nos
dijo que presentaba síntomas de leucemia.
Nos fuimos a Pochutla y ahí nos transfirieron para Oaxaca y
llegamos el 8 de julio del 2011y confirmaron la enfermedad, desde ese día hemos
estado acá, en La Estancia Fraternidad y en El Hospital Civil”.
Vivir en Oaxaca le ha salido caro, pues él no se encontraba
preparado psicológica ni económicamente para enfrentar este problema. “Tuve que
regresar a mi casa para pedir $8,000.00 pesos prestados para que lo trasladaran
al Hospital Civil, porque me dijeron que la ambulancia cobraba $3,000.00 pesos
más los medicamentos. Me salió en $4,000.00 pesos, por eso tuve que vender
terrenos, mis animalitos, mi refrigerador, estufa, todo lo que tenía”.
Camilo Díaz precisó que su único hogar ha sido La Estancia
Fraternidad. “Hablé con el administrador y me dio permiso para quedarme con la
condición de ayudar en la limpieza. Yo también, cuando me sale un trabajito lo
hago y ese dinero lo mando a mi familia que está en el pueblo, porque tengo otros
tres hijos y mi esposa”.
Refiere que en un principio pagaba $6.000.00 pesos de
medicamento, pues cada mes le ponen cuatro inyecciones. “En un principio cuando
llegue pagaba medicamentos, pero gracias a la asociación “Morando Bajo la
Esperanza” nos han ayudado y ellos nos compran el medicamento. Por lo mismo
ayudamos en bazares y otras cosas que hacemos para obtener recursos. También me
han ayudado a poner anuncios por internet y gracias a mucha gente que nos ha
donado dinero o ropa, vamos saliendo”.
“Desgraciadamente cuando uno viene de lejos no tiene para
comida, hospedaje y pasajes. Hasta tiene que dejar su trabajo. Yo no decaigo,
tengo que luchar para que mi hijo esté bien. Es lo único que me importa ahora:
su felicidad, que él siempre esté contento a pesar de su padecimiento”.
“Yo veo que él lo toma muy tranquilo, es muy valiente. Desde
el principio fue así. Nunca lloraba cuando le picaban, no he platicado muy
afondo con él de lo que siente, pero sabe que el tratamiento que tiene no es malo”,
puntualizó.
Kevin extraña mucho correr y jugar con sus tres hermanos. Espera
que, para el próximo año, en el mes de julio, pueda regresar a casa para
abrazarlos. Mientras tanto continuara acudiendo cada 8 días al Hospital Civil
para que le apliquen sus quimioterapias.
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